Iban treinta y nueve minutos del primer tiempo, pelota larga sobre el lateral, dos piernas
fuertes que van a trabar, primero silencio y después ese ruido horrible y característico que se
escucha desde los primeros asientos de la América. Dos jugadores en el suelo y la pelota en
movimiento, el panameño de Fénix se levanta, solo queda el capitán de Peñarol en el suelo
“me quebré Favaro, me quebré”, el Lolo entrá a los gritos a la cancha a pedir que paren el
partido, Antonio Pacheco, en el día de su regreso más esperado, está sentado en el campo
llamando a la asistencia con la peor lesión de toda su carrera, pero en la tribuna pocos lo
saben, siguen cantando mientras en la televisión la repetición deja ver que la cosa viene fea,
muy fea. Los dos equipos y los médicos de ambas instituciones corren a atender al capitán
herido, Fedorczuk no puede soportar la escena y elige no mirar, la hinchada se preocupa y la
algarabía se convierte en silencio y el silencio en murmullo. Ingresa la camilla, pero el Tony no
se puede poner en pie, pide por favor que no le toquen la pierna derecha. El partido sigue, gol
de Fénix y el capitán sigue en la camilla, entretiempo, los equipos a la charla técnica y el
capitán allí. Finalmente se va en medio de aplausos y muestras de cariño de la hinchada, la
sanidad de Peñarol da la peor noticia de todas, “fractura de tibia” es el parte primario.
En una jugada fuerte pero casual, sin maldad aparente, el panameño Eric Davis golpea a
Antonio Pacheco quien inmediatamente se percata de la grave lesión que tiene,
presurosamente pero sin perder la calma jamás, solicita la atención. Es ingresado a Casa de
Galicia donde las radiografías confirman que sufrió fractura de tibia y peroné derechos con
desplazamiento. Acompañado por su madre, su esposa y algunos amigos es trasladado para
ser operado esa misma tarde en el Hospital Británico, donde lo esperaban ya varios hinchas de
Peñarol, Pacheco es ingresado en camilla pero aún tiene tiempo y ánimo de dedicarles un
gesto de cariño y tranquilidad.
El lunes a las nueve de la mañana es intervenido con total éxito por el mismo médico que
veintinueve años antes operara de la misma lesión a otra gloria carbonera, el Nando Morena,
colocándole también el mismo clavo intramedular, el clavo de Küntscher, a esta altura, ya
parte de la historia carbonera.
Pacheco, que de inmediato recibió el apoyo y cariño de todo el fútbol uruguayo, compañeros,
excompañeros, del exterior, del medio local, periodistas, dirigentes, árbitros y figuras públicas
recibió también la visita de Davis, a quien el gran capitán eximió de toda responsabilidad “son
cosas del fútbol, quedate tranquilo, acá no pasó nada”.
Ahora se viene la parte más difícil y en la que más apoyo necesitará recibir “el Genio”, se viene
una recuperación lenta y amarga a sus treinta y seis años, la experiencia dice que podrá volver
dentro de unos cuatro o seis meses; volver después de su vuelta, paradójicamente.
"Esto pronto pasará, volveré a estar vistiendo la gloriosa camiseta de Peñarol y estaré
luchando junto a mis compañeros para darle lo mejor al club y a la hinchada".
El Tony es guapo como pocos, dentro del fútbol es un caballero como los de antes, y es un tipo
con un amor propio y una garra sin igual, va a salir adelante, sin dudas y volverá a ponerse la
única casaca de sus amores, tenemos que estar todos con él, devolverle un poco de lo que nos
da cada vez que sale a la cancha y mostrarle que este es su pueblo. El pueblo carbonero que lo
va a esperar para gritar otra vez ¡PEÑAROL CAMPEÓN!
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